Por Diego Ortiz y Pepe Murciego, coeditores de La Más Bella.
La ponencia fue publicada en el libro X Años de Grabado y Edición de Arte en la Escuela de Artes de Oviedo, en 2008.
La Más Bella: El secreto de su éxito.
La Más Bella es una Revista Experimental de Creación Artística y Literaria, editada en Madrid por Diego Ortiz y Pepe Murciego. En sus páginas están presentes fotografías, relatos, ilustraciones, poesías, dibujos, acciones, etc, de cientos de colaboradores, que trabajan en torno a un tema monográfico para cada edición. La vocación de La Más Bella ha sido siempre la difusión del trabajo de los demás, a través de revistas, cajas de obra original o ediciones especiales de muy diversa naturaleza.
Desde su nacimiento en 1993 La Más Bella ha producido cerca de una treintena de ediciones, con periodicidad, formato, tema… siempre dispar, distinto y divertido. Cada una de estas ediciones cuenta con docenas de colaboradores, que aportan su trabajo más experimental de modo altruista. Entre todos componen una revista ecléctica y multicolor, editada sin ánimo de lucro y con una decidida vocación experimental.
Antecedentes
La Más Bella nació en el año 1993, en aquel entonces fundada por tres personas: los actuales promotores más Juanjo El Rápido. El impulso creador y los primeros números de La Más Bella se explican por nuestra situación personal y el contexto artístico madrileño de principios de los 90: los tres fundadores estábamos apurando nuestro último año de universidad (Bellas Artes y Ciencias de la Información–rama Imagen), por lo que nuestra expulsión al mundo real era inminente. Al vértigo del paro laboral se le añade el contexto artístico y editorial del Madrid de los 90: los movimientos artísticos underground de los 80 se habían disuelto, y se generó un cierto vacío en un aspecto que a los tres nos interesaba, como es el mundo de la edición: desaparecidas revistas míticas como Madrid Me Mata, Madriz, La Luna, etc, las revistas artísticas del momento eran escasas y difíciles de acceder para recién aterrizados en el mundo del arte o la fotografía, el cómic, etc. Una de las escasas experiencias editoriales de entonces se convirtió en una clara inspiración para nosotros: El Canto de la Tripulación. Promovida por Alberto García-Alix, El Canto era un producto editorial exquisitamente acabado y que se caracterizaba por una gestión en la que los propios colaboradores eran los responsables de la edición de la revista. No eran un colectivo, pero su dinámica y su funcionamiento estaban basados en la relación personal y la ayuda mutua, unidas a un nulo ánimo de lucro. De modo intuitivo esa estructura de funcionamiento nos interesó, y tras algunas conversaciones de bar, Juanjo El Rápido, Pepe Murciego y Diego Ortiz decidimos sacar una revista, llamarla La Más Bella y dotarla de una estructura de funcionamiento propia de un fanzine: pedir colaboraciones gratis a los amigos, poner dinero de nuestro bolsillo y distribuírla en bares, fiestas y un puñado de pequeñas tiendas.
Primeras Ediciones
Juanjo El Rápido abandonó el proyecto tras la edición del número 5 para desarrollar proyectos editoriales propios. Las 5 primeras ediciones de La Más Bella se forjaron a partir de una estructura de funcionamiento típicas del “mundo fanzine”: idea → pedir colaboración → maquetar y producir → buscar una imprenta económica → fiesta-presentación.
Pero desde el principio La Más Bella comenzó a jugar con elementos diferenciadores que siguen manteniéndose en el proyecto hoy día: se decidió cambiar radicalmente de formato cada nueva edición, así como experimentar con la propia idea de revista: formato, número de páginas, continente, contenidos hechos a mano o seriados, etc. Así, junto a la revista se editaron algunas ediciones limitadas y numeradas que contenían pequeñas obras seriadas (dibujo, fotografía, serigrafía, fotocopia…) y que se vendían a un precio superior, lo que permitía financiar las ediciones de un modo más rápido. Además La Más Bella comenzó a producir ediciones especiales para eventos concretos, y en el número 5 abandonó la idea de revista al uso convirtiéndose en algo más parecido al libro-objeto (la revista iba contenida en un tupperware) pero manteniendo una tirada alta de 1.000 ejemplares y una vocación de periodicidad. En este momento, sobre el año 96-97, La Más Bella había trabado conocimiento con otros colectivos y pequeños editores de toda España que tenían ciertas similitudes con nuestro proyecto, y comenzó a tomar contacto con artistas y movientos de corte artístico radical, como el arte acción, la video y sonocreación, la poesía experimental, etc, que desde entonces pasaron a formar parte habitual de los contenidos de la revista.
Cómo se hace La Más Bella
Los contenidos de La Más Bella son fotografías, relatos, ilustraciones, poesías, dibujos, acciones, etc, de cientos de colaboradores, que trabajan en torno a un tema monográfico para cada edición. Los editores partimos de una idea central, un tema o lema bajo el que organizamos cada edición. A partir de ahí se elige un formato–soporte–continente donde irán recogidos todos los trabajos, tratando de que este continente tenga una correlación conceptual con el tema escogido, y manteniendo una apuesta lo más experimental y sorprendente posible en este aspecto.
A partir de ahí los editores pedimos colaboraciones ex–profeso para la revista, ofreciendo a cada colaborador la libertad total de estilos o técnicas, incluso en muchas ocasiones abiertos a recibir contrapropuestas por parte de los artistas que nos llevan a modificar o ampliar los soportes inicialmente ideados para la edición.
Una vez recibidos los trabajos (las últimas ediciones de La Más Bella han rondado los 100 colaboradores) La Más Bella diseña y financia la totalidad de la producción, que habitualmente es de 1.000 ejemplares. Una de nuestras estrategias económicas recurrentes para poder asumir estos costes es tratar de hacer con nuestras manos todo aquello que normalmente ha de ser encargado –y pagado– a terceros: alzado de contenidos, manipulaciones a la hora de encuadernar, plastificar, taladrar, embolsar, transportar, etc… son tareas que los propios editores hacemos a veces a pie de imprenta, a fin ahorrar gastos que harían imposible la edición de la revista.
La socialización de las ediciones se hace igualmente boca a boca y puerta a puerta, bien a través de fiestas y presentaciones, bien llevándola a ferias y encuentros como ARCO, bien distribuyéndola en tiendas directamente sin contar con distribuidoras ni ningún tipo de intermediarios.
La Más Bella es una revista sin ánimo de lucro. Nunca hasta la fecha ha tenido beneficios, bien al contrario genera una cantidad de gastos lo suficientemente controlados como para poder afirmar que se autofinancia con la propia venta de ejemplares y la financiación a fondo perdido de los editores.
Bellamátic
Paralelamente a la edición de revistas, La Más Bella ha ido ampliando su actividad editorial en varios aspectos, siempre bajo el denominador común del trabajo en colaboración con otros artistas, colectivos o editores.
En el año 2001 La Más Bella puso en marcha el proyecto BELLAMÁTIC. BELLAMÁTIC es una máquina expendedora automática, muy parecida a las que venden chocolatinas, patatas fritas o bebidas en el metro y otros lugares públicos. Su particularidad es que BELLAMÁTIC ha sido especialmente diseñada para expender automáticamente revistas, fanzines, catálogos, CD’s, libros, vídeos… todo tipo de ediciones u objetos producidos por La Más Bella o por cualquier otro colaborador, artista, colectivo, editorial alternativa, espacio independiente, etc.
BELLAMÁTIC es un proyecto que La Más Bella inició en 2001. Sólo hay una BELLAMÁTIC, una máquina de vending facilmente transportable gracias a su especial diseño y dimensiones. Más allá de su utilidad como máquina de venta de revistas, BELLAMÁTIC es un proyecto artístico en sí mismo, una excusa sobre la que multitud de artistas colaboradores desarrollan acciones, performances, interacciones, instalaciones, exposiciones, ediciones… que tienen a la máquina como tema, protagonista, soporte, motivo de inspiración, etc.
Desde su nacimiento BELLAMÁTIC ha cambiado de ubicación más de una treintena de veces, gracias a la invitación de galeristas, artistas, espacios independientes, festivales o personas que desean tener temporalmente a BELLAMÁTIC en su galería, espacio, estudio, feria, festival o en su casa. La manera de participar en el proyecto BELLAMÁTIC es tan sencilla como pedir la máquina y asumir algunos gastos logísticos de transporte y montaje. Adicionalmente, y dependiendo de las característas del evento, puede ser necesario que el organizador asuma unos gastos en concepto de honorarios y de gestión del proyecto. Al igual que La Más Bella, BELLAMÁTIC no nació en absoluto como un proyecto comercial. Su origen estaba en potenciar la visibilidad de revistas y ediciones como La Más Bella y afines, aquejados de modo secular de un gran problema en cuanto a su distribución y su llegada a un círculo de público más allá del iniciado y amigo.
BELLAMÁTIC en muchas ocasiones tiene un funcionamiento conceptual análogo a La Más Bella, pues sus contenidos habitualmente se generan con la complicidad de artistas, colectivos o pequeños editores que entienden la máquina como una atracción lúdica y sorprendente para sus ediciones. De este modo BELLAMÁTIC ha mantenido una ininterrumpida GIRA desde su presentación en la feria ARCO 2001, en ocasiones dando lugar a ediciones especiales de La Más Bella que se han distribuído exclusivamente en BELLAMÁTIC, o contando con proyectos artísticos de terceras personas como el artista Oscar Molina, que ha producido una serie especial de su proyecto PHOTOLATENTE para ser distribuído exclusivamente en BELLAMÁTIC en aquellos lugares en los que la máquina se ubique a partir de 2007.
La nueva filosofía que nos mueve
Actualmente tanto La Más Bella como Bellamátic son proyectos abiertos y en marcha, con nuevas ediciones y otros proyectos en fase de desarrollo.
Por un lado, La Más Bella ha evolucionado hacia una mayor implicación de los propios editores a la hora de definir conceptualmente las ediciones: los lanzamientos más recientes de La Más Bella guardan una relación conceptual muy estrecha entre todos los aspectos del número: tanto el tema monográfico de la edición, como los contenidos o el propio formato externo son pensados para que guarden una coherencia que permitan leer cada revista como una obra colectiva coherente. Las colaboraciones son a menudo solicitadas para formatos concretos y cerrados, se han publicado trabajos completos que ya existían y que los autores han adaptado especialmente para la revista, y cada vez en mayor medida La Más Bella solicita colaboraciones que parten de materiales o ideas previamente elaboradas por los editores. El carácter objetual de la publicación se ha acentuado, a veces diseñando o construyendo el soporte que agrupa los contenidos de La Más Bella, y se suele dotar de cierta “puesta en escena” a algunos acontecimientos cotidianos que genera la propia dinámica de la revista, como el hecho de hacer una presentación pública, conceder una entrevista o realizar el montaje y ensamblado de una nueva edición, acontecimientos todos que son pensados como una actividad paralela y estrechamente conectada al desarrollo conceptual de la revista.
En lo que a Bellamátic se refiere, la máquina ha estado en más de 40 ubicaciones en 5 años en toda España, siempre a partir de invitaciones o del interés de terceras personas, instituciones o eventos en contar con su presencia. Esto ha hecho que el proyecto haya evolucionado por su propia dinámica y la dinámica de los acontecimientos a los que era invitada. Recientemente, para estimular aún más las posibilidades técnicas y conceptuales del proyecto, Bellamátic se ha diversificado en dos nuevas identidades, Bellascopio y Belláfono, dos máquinas (en realidad la misma máquina con leves retoques técnicos) especializadas en la exhibición y difusión de obras de videocreación y arte sonoro respectivamente.